miércoles, 13 de octubre de 2010

Síntesis sobre el libro “Una luz que se apaga”

“Un ser humano es una parte del conjunto que llamamos “universo”,  una parte limitada en el tiempo y el espacio. Experimenta el mismo sus ideas y sentimientos como algo separado del resto: Una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es, en cierto modo, una prisión para nosotros, que nos restringe a nuestras decisiones personales y a nuestro afecto por unas pocas personas cercanas a nosotros. Nuestra tarea debe liberarnos por nosotros mismos de esta prisión, ampliando nuestro circulo de compasión, para abarcar a todas las criaturas vivientes y a toda la naturaleza en su belleza” 

                                                                                                   Albert Einstein

Síntesis

A medida de que un hijo se debilita y se aproxima a la muerte, se pregunta hasta que punto debe de informarse sobre el posible resultado final de la enfermedad.

Un niño sabe más por intuición que por conciencia cual será el desenlace de su enfermedad, todos los niños tienen conciencia, no a nivel intelectual sino espiritual, los padres sabrán en este momento si le dicen a su hijo que sucederá, algunos niños mayores escriben poemas o un diario.

Toda persona grande o pequeña, necesita a otra en quien confiar. Los niños con frecuencia eligen a la más inesperada. Un auxiliar del personal de salud, una enfermera, o algún niño con quien se haya identificado, entre niños sostienen platicas en las que los adultos quedarían maravillados en lo que no queda más que pensar en que Dios compensa con mas sabiduría a los niños que sufren de enfermedades con sabiduría y conocimiento intuitivo.

No se debe de engañar al menor, hay que decirles que estamos tristes y que nos sentimos inútiles e incapaces de ayudar, ellos tenderán sus brazos y se darán consuelo mutuo. Es mucho más fácil conllevar la tristeza compartiéndola, que dejarlos a ellos con sentimientos de culpa y con el temor de que son la causa de toda su ansiedad.

Los hermanos deben de estar involucrados y informados de todo el proceso, si el paciente se encuentra en casa hay que darles tareas especificas para que se sientan útiles, es muy importante que en la familia sigan lo mas normal posible y no se dejen de hacer las actividades que antes se hacían para pasar el tiempo. Si se hace todo lo que el paciente quiera y se cumplen todos sus caprichos pueden perjudicar notablemente la situación familiar y esto es muy negativo para los sobrevivientes.

Los niños de todas las edades que han participado en la atención domestica de un niño en etapa terminal no se impresionan por la visión final del hermano, ellos ven con ojos diferentes y tienen diferentes formas de comunicarse con el.

Cuando el niño muere es necesario que la familia pase un tiempo con el niño que esta pasando por una etapa de transición, a todos los hermanos, sin importar la edad, se les debe de permitir la participación en la reunión final de la familia esto claro sin obligarlos a hacer algo en contra de su voluntad.
Las personas que más sufren son aquellas cuyo sistema de apoyo no esta disponible en el momento de producirse estas crisis.

Cuando los niños se hacen un poco mayores, empiezan a contemplar la muerte como un hecho permanente y la personalizan (coco, la bruja etc…) después de los mocho o nueve años, los muchachos, lo mismo que los adultos, reconocen la permanencia de la muerte.

El temor de tener más hijos es muy real para muchos padres, especial para las madres jóvenes que ya han sufrido la pérdida; un niño. Si ésta ocurrió como resultado de un accidente, los padres estaban completamente impreparados para ello y quizá se les permitió ver el cuerpo de su niño o niña.
El hombre nace con cinco emociones naturales, todas las cuales tendemos a retorcer hasta que las hacemos antinaturales. Drenan nuestra energía y nos dejan con lágrimas no derramadas, con ira reprimida y con deseos de venganza, envidia y compe­tencia, así como con problemas de propia compasión, contribu­yendo de este modo a la mala salud física y emocional y a mu­chos de nuestros problemas de violencia contra otros y contra nosotros mismos.

Ya sea consciente o inconscientemente, transmitimos nues­tros temores adquiridos a nuestros hijos y no nos damos cuenta hasta que es demasiado tarde, de que estos causan indescriptible daño y dolor. Por ejemplo, los padres que tienen miedo de dejar que su hijo que empieza a andar monte en triciclo o que un niño mayor se arriesgue en una bicicleta, incapacitarán a sus vástagos y crearán otra generación de personas que basan sus vidas en el temor.
Los niños muy pequeños no tienen miedo a la muerte, si bien tienen dos temores innatos de ruidos fuertes inesperados y de caer de lugares altos. Más tarde, los chicos están naturalmente temerosos de la separación, ya que el miedo al abandono y la ausencia de una persona amada que lo cuide es básico y signifi­cativo. Los niños están conscientes de su dependencia, y los que han sido expuestos a tempranos traumas en la vida, quedan asus­tados. Necesitarán recordar el trauma y aprender a liberarse del pánico, el dolor, la ansiedad, y el enojo del abandono.
Estos sentimientos violentos surgen a menudo, no sólo cuan­do un miembro de la familia muere. Los abandonos de todos ti­pos ocurren miles de veces en nuestra sociedad, y si la pérdida no va asociada con la muerte de un ser amado, pocas personas la notarán. No se requerirá apoyo de emergencia ni vendrán los vecinos a dar el pésame. De este modo, el niño que de alguna forma se siente abandonado, es vulnerable; las ideas que alberga en su mente incluyen una desconfianza general, el temor de no permitir ya una relación íntima, una alienación de la persona a quien considera culpable de la separación y un dolor profundo por lo que considera ausencia de amor.
La atención del enfermo en el hogar hace posible que los últi­mos días o semanas que preceden a su muerte no constituyan una pesadilla sino que sean una hermosa experiencia familiar que conduzca a la aceptación.

Los celos son otra emoción natural, un estímulo para que los niños aprendan, imiten a los chicos mayores y los emulen. Se hacen negativos únicamente por la reacción de un observador que reprima, corrija o menosprecie al niño por su muy natural respuesta.
Esto nos lleva a otra emoción natural: ¿Qué es el amor? El amor es el mayor enig­ma, el mayor problema y la mayor bendición de todos los tiem­pos. Consta de dos facetas diferentes, ambas importantes en realidad, esencial para una vida plena y significativa.
La ira es otra emoción que pocos adultos comprenden. En su forma natural significa una primera expresión de afirmación de voluntad, un simple " ¡No, mamá!" y tener una opinión de uno mismo. Si se acepta en su forma natural, el niño desarrollará un orgullo por sus propias elecciones y aprenderá de sus propios errores. Esto permitirá a un niño desarrollarse como individuo que toma decisiones con orgullo y estimación propia.
Al afirmarse, muchos niños provocan los conflictos no resuel­tos de sus propios padres. Los golpearán, amenazarán o, al me­nos, los mandarán a sus habitaciones. Muchos niños son encerra­dos en oscuros armarios o reprimidos en otras formas brutales. El abuso y maltrato de niños está tan generalizado, que los norteamericanos no tienen ni idea de cuántos traumas, internos y externos, pueden quedar ocultos en los chicos, aun antes de que éstos entren en su primer grado.
Sólo cuando a los niños se les permite y estimula la expresión de su ira natural, pueden fácilmente expresar indulgencia.

En el libro encontramos una cantidad de historias donde se pone en manifiesto el manejo de la enfermedad tanto personal como de familiares y niños, así como las experiencias de niños debido a enfermedades en sus hermanos y padres así como de sus seres queridos, nos señala en como hay que tratar el duelo en los pequeños y de la importancia que tiene el hablarles siempre con la verdad haciéndolos participes de las actividades de cuidador y sobre todo de distractor para con su familiar.

De los datos que puedo rescatar de esas historias son las siguientes:

-          No cumplir todos los caprichos del paciente.
-          No descuidar a los demás hijos y pareja (emocionalmente).
-          No descuidar las actividades diarias.
-          Seguir buscando actividades que distraigan a los familiares.
-          Buscar a alguien de confianza a quien confiarle nuestros sentimientos.
-          Hacer participes del sepelio a los menores.
-          Contestar todas las preguntas del niño respecto a la muerte.
-          Dejarles despedirse de su ser querido.
-          Saberse que no están solos ni locos

Los funerales son para la familia, se tiene que respetar las costumbres y creencias del difunto aunque para nosotros sean costumbres muy extrañas, los hermanos tienen formas muy misteriosas de manifestar su pérdida pero siempre con un amor maravilloso agregando algún objeto que era importante para el difunto por lo que suele ser muy conmovedor.

Hay que señalar que los funerales son a menudo ocasiones para que la familia pueda compartir de un momento intimo en donde se recuerda la memoria del difunto, se inicia una apertura en la conciencia de aquellos que participaron: Es como un amanecer del conocimiento de un barco que se oculta detrás del horizonte, no desaparece para siempre: solo queda temporalmente fuera de la vista.

Puesto que la conciencia de la gente en este planeta tierra se esta desarrollando a una velocidad acelerada, es solo cuestión de un par de décadas en el que las personas de todos los credos, de todas las culturas, de todos los lugares, sepan que esta vida en la tierra es una pequeña parte, aunque la más difícil, de nuestro largo viaje, desde la fuente que llamamos Dios, hasta nuestro hogar de paz final, el regreso a el.

El objetivo principal de este libro es sin lugar a dudas ayudar a todas las personas que han tenido la desgracia de vivir alguna perdida o han tenido que pasar por momentos muy difíciles como es la perdida de un hijo o de algún hermano, siempre hay que expresar nuestros sentimientos y hacerle caso a esa voz interna que nos indica que hacer, no hay que reprimirla sino aprender a seguir lo que nos señala.

En conclusión puedo decir que no hay nada que nos haga sentir mejor con la perdida de un ser querido, siempre quedara ese vacío tan difícil de llenar, sin embargo si puedo decir que cada vez hay más herramientas para salir adelante ya que hay libros como este que nos cuenta historias “reales” de cómo vivieron acontecimientos tan complicados algunas personas con sus hijos enfermos o con ellos mismos, muchas personas creen que por ser niños no se dan cuenta de lo que suceden pero se olvida por momentos que todos pasamos por esa etapa y que los niños también tienen el derecho y la necesidad de cerrar círculos y de despedirse su ser querido. Pienso que este libro debería de ser leído por todas las personas aunque no hayan vivido algo así sino porque así se sensibilizarían y tomarían mas en serio la opinión y los sentimientos de los niños.

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